“Si cualquier ser humano ha de alcanzar la madurez, tanto su lado masculino como su femenino deben de vivirse en conciencia”.

Esther Harding (analista Jungiana, 1888-1971)

 

En la India existe una bella imagen que se conoce como ardhanaríshvara, y es representada por una figura humana con la mitad del cuerpo de Shiva (principio masculino de la creación) y la otra mitad con el cuerpo de Párvati (principio femenino de la creación). Mitológicamente, después de que Shiva y Párvati se unen en matrimonio, Párvati le pregunta a Shiva que le diga qué tipo de austeridades o sacrificios debería de hacer para poder alcanzar el estado de paz y gozo supremos que Él poseía, y Él sonriendo le dijo que lo único que tenía que hacer era sentarse en su regazo. Al exhibir tal voluntad y entrega, al momento que lo hizo sus cuerpos se fusionaron y ella formó la mitad de su nuevo cuerpo. Y para eso Shiva tuvo que ceder la mitad del suyo.

Esta bella historia es evidentemente un simbolismo arquetípico que representa el anhelo más profundo del alma: unir y trascender sus dos polaridades o dualidad, para encontrar la Fuente y el gozo supremos, que es su esencia primordial.

A lo largo de la historia, la humanidad ha sufrido de una desconexión y polarización que ha resultado en una oscilación entre periodos de desequilibrio que favorecen lo femenino (matriarcado) y otros que favorecen lo masculino (patriarcado). Al estar compuestos en este plano por ambas energías, el desbalance entre ellas no crea una sociedad ni personas equilibradas y sanas. La energía masculina actúa, se mueve, crea, es dinámica, activa, penetra y hace que las cosas ocurran. En desbalance tiende a desarrollar estructuras rígidas, cerradas, infunde miedo y se desborda en violencia y odio. La energía femenina da vida, abraza, nutre, une lo que fue desmembrado con el amor y es pasiva (que no quiere decir débil). En desbalance tiende a la depresión, a hacerse bolita y replegarse, a dominarse por el miedo.

Todos tenemos estas dos energías en nosotros. Y no quiere decir que si te hacen una autopsia encontrarán del lado izquierdo de tu corazón una Barbie, y del lado derecho un Ken. Son polaridades que existen dentro y fuera de nosotros. Todos debemos equilibrarlas y en su última instancia fusionarlas más allá de la dualidad si es que queremos encontrar la plenitud.

Estamos sacudiéndonos como humanidad muchos miles de años en los que el patriarcado pisó, ahuyentó, y silenció lo femenino para crear un paradigma diferente. Se perdió en gran parte el culto a la Madre Tierra, a las Diosas y a la luna. Se favoreció la razón en detrimento del sentir, se perdió la conexión con la naturaleza para explotar sus recursos y avanzar en desequilibrio. Se usó la fuerza, la intimidación y la violencia para callar las voces que hablaban un idioma distinto o hablaban de una inclusión amorosa. Se institucionalizaron las cosas y se crearon leyes rígidas y explicaciones infantiles para explicar los orígenes del universo. Se reprimió el sentir, la intuición y se persiguió a las brujas (mujeres sabias y sanadoras), mujeres que no habían olvidado el conocimiento ancestral. En un mundo así, tanto hombres como mujeres tuvimos que silenciar ese lado femenino para salir adelante, incluso las mujeres en un contexto más masculino pudieron abrirse brecha en un mundo dominado por hombres. La discriminación por religión, raza, orientación sexual, posición social, género, y muchas otras excusas  pobres se volvió una parte de nuestras vidas. Pero no se puede exterminar porque es una parte esencial de todos los seres sensibles.

Obviamente el progreso y la razón nos han permitido avanzar en  muchos campos que han mejorado mucho nuestras vidas, y han traído muchas cosas buenas. Pero estamos entrando en una nueva fase de la historia, que empezó ya a ponerse en marcha desde hace ya unas buenas décadas. Aunado a todas esos logros obtenidos, el reto ahora es poder quedarnos con lo bueno que heredamos, para poder desechar lo que no sirva e incorporar el sentir, la intuición y el amor y transformar así nuestras instituciones y sociedades en un modelo de equilibrio entre lo masculino y lo femenino. Es momento de encontrar cómo todo suma cuando se aspecta positivamente… la religión, la psicología, la medicina, las terapias alternativas, la filosofía y muchas  más de las herramientas que tenemos a nuestra disposición, todas complementándose para reforzar nuestro proceso de sanación y de responsabilidad creadora de la realidad.

Algo positivo terapéuticamente hablando -aunque un poco desgarrador, triste y a veces humillante e indignante-, es que está saliendo toda la mugre que hemos tratado de tapar en muchos ámbitos de nuestro modo de vida desequilibrado. Abusos, corrupciones, negligencias y pisoteos están saliendo a flote por todos lados del mundo y en muchos contextos. Muchas voces que no se habían podido escuchar, han resonado en muchos corazones y han encontrado apoyo… las mujeres, los animales, las minorías sexuales, los oprimidos del sistema económico y social, la Madre Tierra y su hábitat y muchos otros más.

Creo que es de suma importancia que en nuestra búsqueda de justicia, de paz y de limpiar nuestra casa (interna y externa), y en puerta de este movimiento de género y apreciación de lo femenino que estamos viviendo, no perdamos de vista que cada vez que dejemos que nuestras causas y estrategias estén dominadas por el odio, el enojo, la violencia y la rigidez, estamos cometiendo un feminicidio directo contra esa Párvati que mora en nuestro lado izquierdo. Estamos usando las mismas herramientas de aquellos que a los que se critican sus métodos. Estamos ahora aprendiendo juntos a encontrar formas más compasivas de relacionarnos, de luchar y buscar la igualdad y el progreso. Usemos a figuras como Jesús o Mahatma Gandhi (entre muchas otras) para constatar las poderosas revoluciones y transformaciones que se pueden lograr basados en el amor y la no violencia.

En Centro Adva Monterrey, un 85% (¡o un poco más!) de nuestra familia son mujeres. En víspera del día internacional de la mujer y del 9 de marzo en México, celebramos y honramos a lo femenino. Aquellas que quieran tomar parte en todos los lugares para unirse al llamado y no presentarse, bienvenidas. Pero de corazón les decimos que al menos en nuestra casa Adva, queremos caminar CON ustedes, no sintiendo su ausencia.

Om. Paz. Paz. Paz.

Rafael Cervantes, fundador de Adva Yoga

marzo 2020

 

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